Xochicalco

fue una ciudad, que ya estaba abandonada cuando llegaron aquí los primeros españoles. Está bastante interesante, sobre todo la pirámide de Quetzalcóatl, que está decorada con relieves, siendo el principal una serpiente emplumada, que da nombre a la pirámide. También hay acá un museo ecológico, que utiliza la naturaleza para ser autosuficiente, lleno, entre otras cosas, de trozos de piedras con dibujitos, que al Brunis le apasionan. Y como no, un impresionante paisaje montañoso envuelve todo esto, y te envuelve también a ti.
En Xochicalco descubrimos la existencia de unas avispas gigantes que van por ahí con las patas colgando; parecían amistosas, pero tampoco quisimos pararnos a comprobarlo...
Bueno, que es una pasada de sitio.
A la vuelta en la ruta (autobús) subió un muchacho vendiendo nieves (helados caseros) en una parada y nos comimos una de mamey, que estaba buenísima.
Y colorín colorado, Xochicalco se ha acabado. Seguiremos pronto con más aventuras, besos y abrazos,
Pili y Bruno
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